noviembre 13, 2006

Touch'n'go Society

Ha con esto de que los jóvenes no encuentran pareja y que si la encuentran y se casan al poco tiempo se separan. Finalmente las parejas gay están más equilibradas de las heterosexuales. ¿No es inquietante? La mayoría de las mujercitas que se acodan en las barras de los boliches –de cero a cero siete- le dan al trago como si fuese la última vez y los muchachos, poco interesados en beodas, solo se interesan por un touch’n’go y a otra cosa. Luego ellas consideran que los muchachos no hacen su aproach y están destinadas a terminar en la soltería histérica que nadie banca o en la desesperación de ¡estar llegando a los 30 sin pareja! Ellos por su parte están en el mismo panorama y alcohol más, alcohol menos olfatean bien de lejos lo que romance signifique. Algunos recaen en jugar a las cartas en casa de algún amigo con un par de fugazzettas y decidirse por la misoginia y los otros a cazar hembras por un rato; lo que de paso, también, seamos veristas, cansa. No hay espacio para el amor en el concepto que los seres requieren. Porque lo necesitan. Las libertades no son de cemento sino flotantes, se dispersan, se atomizan, desaparecen… Y lo que queda es, fuera de lo sexual: la necesidad humana de sentirse humanos. Aunque suene anticuado o fuera de foco, la ausencia de romance es una herida seria en la sociedad actual porque ese menoscabo quita esperanzas, sueños conjuntos, expectativas enriquecedoras que van mucho más allá que la capacidad etílica de riñones, hígado y vejiga o de quien se encama a cada rato, porque es fácil, resulta sencillo; el romance es una pelea de dos contra el mundo; es la creación y recreación de eventos íntimos de suma importancia que por modernismo, por no estar off, se han relegado y, como quien extraña aquél saquito viejo que ha tirado hace tiempo, así el touch’n’go no suplanta aquello, lo que en verdad aparte de satisfacer, alimenta…
Es lo que escucho los jóvenes se reclaman a diario si no a cada rato, en demanda permanente de aquellas personas que han hecho de sus vidas tan solo la persecución del bienestar económico y profesional, en aras de la nada, porque ¿de qué sirve tanto cuando hay tan poco o casi nada?

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