septiembre 12, 2007

Carnadas

(...) Te digo que este tema de internet y sus caprichos, son como puertas que se van abriendo a medida que las vas explorando. Tocás una frase subrayada y se abre otra página, consecuente, permanentemente. Todos son links y, cuanto haya subrayado o de otro color en un texto, es el salto a otra cosa relacionada...

Podés volver si querés, pero la mente humana tiene un dispositivo juguetón llamado curiosidad, que es el que no permite tantos regresos sino seguir husmeando. Y es mi tremenda obsesión; no logro escapar de ella. Cada mañana me doy casi dos horas de viajes ansiosos por el mundo de las cosas que ese día me interesen y paro porque me autoimpongo que a las 08:30 tengo que comenzar a laburar seriamente en lo que esté haciendo, si no, seguiría hasta la noche con los dolores de espaldas sumados por la estancada del cuerpo: mientras estás boludeando en la red, el cuerpo está quieto, sin movimientos, porque todo lo móvil ocurre entre los ojos, tu índice y la teclita del mouse.
Luego, vuelvo a mi mundo propio con los pinceles para seguir haciendo de las mías, con la que mejor bailo, que es la loca de los colores: la paleta. Aunque atento al juguete visual, siempre encendido.

Dejo sembrado en la pantalla el tema que pueda interesar; porque mientras uno la sigue
trabajando según placeres o requerimientos, esas imágenes que hicimos no están abandonadas tan solo dentro de un marco o durmiendo en una galería, están laburando en el cybermundo a la pesca de interesados.

(...)

Hay quienes se han apoderado de mis imágenes de la red para ilustrar páginas ¡en Polonia y hasta en China! ¿Qué me importa si para cada imagen mencionan mi nombre? Sirve de publicidad... No me pagan royalties ¡jhá! Pero sirve.

Me quedó grabado el ejemplo que dio uno de los activos de Google Argentina, en la jornada de Dattatec, a la que asistí el 30 de agosto en la Sala Picasso del complejo La Plaza (BA)
El ejemplo que ellos dan es el de un cazador y un pescador. El cazador dispara a la bandada allá en el cielo y uno de los pajarracos, cae. El pato la ligó sin quererla. En cambio el pez, va hacia la carnada y muerde el anzuelo. Internet es generar la carnada suficiente para nuestro anzuelo (digamos, el arte que profesamos).

(...)

Pienso que los artistas paisajistas deberían agregar algo más de carnada a lo propio, hotkeys como: tren, trenes, cielo, nubes, campo, campestre, ombú, arco iris, carruaje, gaucho, china, madre, pampa, trigales, etcétera, etcétera, porque cada elemento que hayan pintado puede ser esa carnada.
Imagináte un tipo que está en Marruecos, Estonia, Malawi o Bégica buscando carruajes antiguos y sus “hotkeys” se ligan con la palabra carruajes donde aparece la página del paisajista, tu caso, circunstancialmente, ese tipo abre esa página y ve tus laburos. Mira y sigue. Mira y se queda. Mira y no da bola, o mira y comenta a otros. ¿Qué pasa si se da la casualidad de que es un anticuarista o un coleccionista, a la vez amante de los paisajes o del impresionismo o de las pampas? Acontece entonces un pascual que olfateó la rica carnada y se pone en contacto con el autor.

Suena a casualidad y así es, más a no dudar: estas cosas funcionan.

(...)

(Fragmentos de una carta a un amigo y colega pintor, en este día de lluvia en Buenos Aires)

septiembre 10, 2007

Vestuario hostil

Al llegar a un hotel de más de tres estrellas en esta ciudad caliginosa y húmeda (Buenos Aires) me inquieta que el personal de puerta esté elegante, uniformado en línea exquisita, sufriendo las variaciones climáticas sin un vestuario acorde. Se les ve ágil al servicio del huésped aunque empapados, traspirosos. Es como llegar al Tahaa' hotel (en Motu Tautau), o al Insotel en playa Tarida (Ibiza) y que nos recepcionen de sobretodo de paño...
Al ver que en verano (hoteles de primer nivel aún sin toldo de refresco y bivalente) se tiene a esta gente joven en contrapunto con el clima, pienso en la incapacidad de los diseñadores del vestuario que, de ser más honestos con su profesión, imagino, plantearían al cliente tal criterio solucionando algo tan sencillo (¿alguien dijo humano?) como esto.
En la época veraniega de las costas de Mar del Plata, he visto doormen con ¡capa doble a la inglesa, y con galera! Tremendas temperaturas veraniegas y ellos vestidos para el Park Inn Pribaltiyskaya de la Isla Vasilyevsky. ¡Jhá! ¿Es necesario acaso tener a esta gente vestida con la capa de Skywalker cuando departe con el siniestro canciller Palpatine en el mundo de los jedis? Falta que para el invierno les diseñaran bermudas cosa que el calidoscopio de la sinrazón quedara completo.
Por ahí salta alguno diciendo "el cliente nos pide que así sea" o "la cadena hotelera tiene un estilo que no acepta cambios de adaptación". Entonces, amigos míos, la cosa es anómala pues radica en un capricho sin análisis.
Ya que estamos ¿se le ocurrirá a alguien, para los días de 36° el uso del jubón…?